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Panorámica de Vélez-Málaga

Antonio de Vélez

Pintor (1908 - 1969)

Antonio Giménez Toledo, conocido artísticamente como Antonio de Vélez, nació en 1908 en un caserío próximo a la zona de la Cruz del Cordero, pero pronto se trasladó a la calle de los Pozos Dulces. En una tierra de pintores, Antonio de Vélez es considerado el precursor y padre de la fértil escuela de pintura veleña.

La estatua de Antonio de Vélez es obra del artista norteamericano Hamilton Reed Armstrong.

Su arte se distingue por la sencillez, la delicadeza y por una asombrosa capacidad de síntesis. Destacan sus acuarelas y los óleos que realizó en sus últimos años, en los que aparece el paisaje ancestral con el acervo de su gente, sus costumbres y sus relieves.

Formó parte de importantes colecciones europeas y americanas, fundó grupos, participó en ciclos internacionales, fue miembro de jurados..., en definitiva, su inquietud fue tan vital como su arte.

En diciembre de 2010, se presentó la restauración de la escultura que en 1981 se colocó en su honor a petición popular en el paseo de Andalucía. Una comisión había logrado con anterioridad que se le dedicara una calle a este ilustre artista, que expuso en toda España, así como en muchos puntos del extranjero, como Milán y Estocolmo.

Fueron dos hijos predilectos de la ciudad, Evaristo Guerra y Antonio Segovia Lobillo, y otro adoptivo, Francisco Hernández, los que encabezaron la iniciativa popular para que Antonio de Vélez contase con una estatua. La talla fue obra del artista norteamericano Hamilton Reed Armstrong.

El poeta local Miguel Berjillos dedicó los siguientes versos a Antonio de Vélez:

En mil novecientos ocho / nació Antonio en esta calle, / y dio sus primeros pasos / por los caminos del arte. / El pozo del Almecín, / fue su caballete grande. / Antonio dibuja y pinta, / y siembras sus arrayanes, / y ve crecer los geráneos / y retapiar los rosales. / La calle de Pozos Dulces / fue su camino y su aire. / Fue su ventana a los campos / y a sus colores suaves / y desde la Fortaleza / vio el camino interminable / de una vida que llevaba / el arte en su propia sangre. / Y un día dejó su patio / y los pozos de su calle / y empezó su caminar / por los senderos del arte, / con un lienzo y un pincel, / pisando rudos bancales, / hacia horizontes de gloria, / en otros pueblos y mares.