El siglo XVIII
Vélez-Málaga entra en el siglo XVIII como una continuación del anterior, plenamente inmersa en el Barroco que sigue dominando la sociedad española, integrando en sus estructuras las nuevas corrientes y avances de la Ilustración. Es una ciudad rural, centro de una comarca muy bien delimitada y característica, donde la agricultura de cultivos destinados a la exportación es su principal base económica.
El comercio ligado a la viticultura da la riqueza y ofrece los principales ingresos a la ciudad y su comarca, pues todo gira en su derredor. Las élites locales están plenamente vinculadas a este sector, bien por ser cultivadores o por tomar parte en su comercialización. Igualmente las rentas de la Iglesia, la recaudación estatal o los ingresos municipales del cabildo veleño dependen de la exportación o la actividad portuaria a través de los arbitrios y tasas que generan los caldos y pasas.
Vélez-Málaga afronta este nuevo siglo con un importante progreso, gracias a la producción vitícola, que favorece un crecimiento demográfico. En 1760 hay 6.738 habitantes convertidos en 12.700 para 1.797. Se puede concebir como un período de prosperidad para la población, que va a sufrir un intenso crecimiento urbano, pudiéndose manifestar que será esta centuria la que conforme plenamente la ciudad en su aspecto externo, su tamaño, estructuras y condiciones urbanas generales.
De norte a sur, encontramos una vía de comunicación que separa en dos partes bien diferenciadas la ciudad. A levante, encaramada a las faldas de Santa María y del castillo, encerrada por las antiguas murallas, está la ciudad vieja, la Villa. También en ese lado de la colina están los barrios de San Sebastián y la Gloria, y a los pies del cerro de San Cristóbal, la barriada del Pajarillo. A occidente de esta larga e irregular vía se sitúan los nuevos barrios.
Bajando de Granada y entrando en la ciudad por la Cruz del Cordero y la plaza de San Juan de Dios, esta arteria principal que mencionamos está formada por la larga y señora calle Coronada, siguiéndola la de la Alhóndiga, y la de San Francisco que nos llevarán atravesando plazas y plazuelas, doblando en recodos o subiendo y bajando cuestas hasta las placetas de la Esperanza y San Roque, por donde saldremos para Algarrobo o la costa. Este era el eje central veleño y en él se encontraba todo lo principal.
Aquí está el gran espacio público por antonomasia, la Plaza. Es el auténtico centro indiscutible de Vélez como lugar que concentra las instituciones locales, civiles, religiosas y económicas.
Partiendo de la arteria principal y de la Plaza Mayor, siguiendo el cauce de los arroyos o los caminos que salen de ella se expande la ciudad, siendo los conventos los grandes focos que ordenan este crecimiento.
El resto de la población se establece a través de hitos secundarios en total vinculación y dependencia con estos grandes focos de interés urbanos con los que engarzan estrechamente. Son principalmente grandes casonas, casas palaciegas o capillas.
Fuente: Plan Especial de Protección y Reforma Interior del Centro Histórico de Vélez-Málaga (PEPRI).