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Panorámica de Vélez-Málaga
jue 10 may 2012

Una zapatería ofrece ofertas a uno, tres y seis euros para atraer clientes al entorno comercial del casco histórico

Armando Zayas, propietario de la zapatería Pisadas, considera que la dotación de aparcamientos es clave para la zona

Armando Zayas, propietario de la zapatería Pisadas ubicada en la calle San Francisco, ha optado por llenar de ofertas esta antigua vía comercial del municipio. Ha asegurado en una entrevista que la fórmula funciona y considera que las ofertas, junto a la dotación de aparcamientos, pueden ser las claves para revitalizar el comercio en esta zona de Vélez-Málaga.

Armando Zayas ha llenado la calle San Francisco de ofertas.

Pregunta.- ¿Cuánto tiempo lleva abierta esta zapatería?
Respuesta.- Desde hace cincuenta años y yo nací aquí, en esta tienda.

P.- La calle San Francisco era antes una de las principales arterías comerciales del municipio, algo que contrasta con la actual situación. ¿Cómo lo lleva?
R.- Es una pena, pero la verdad es que aquí vive poca gente. Se sobrevive gracias a los vecinos de la Villa y el Arroyo de San Sebastián, que no representan una gran bolsa de población y que además, son personas humildes.

P.- ¿Han cambiado mucho las cosas en este tiempo?
R.- Antes esto era la parte comercial de Vélez-Málaga, que poco a poco se ha ido desplazando. Antiguamente, más de la mitad de la venta correspondía a gente que venía de fuera. Venían en autobús, se bajaban en la zona de la plaza Reyes Católicos y subían hasta aquí para comprar. Actualmente, todo el mundo tiene coche y el problema del casco antiguo es que no hay donde aparcar. Para que esto funcione, tiene que haber un aparcamiento gratuito y señalizado como tal, para que la gente sepa que puede subir al casco histórico.

P.- ¿Qué soluciones plantea para revitalizar comercialmente esta zona?
R.- Como he dicho, el aparcamiento es fundamental, pero también dar una oferta comercial atractiva. Ahora estoy haciendo un experimento que está dando resultados. Tengo otros establecimientos en Vélez-Málaga, porque mi negocio ha ido creciendo con la ciudad, y lo que he hecho es traerme a esta tienda los restos de temporada, ponerlos en la calle y ofertarlos a uno, tres o seis euros. En el resto de tiendas, voy a poner carteles para indicar a los clientes que si quieren una oferta muy barata tienen que venir a esta zapatería.

P.- ¿Cómo está funcionando esta iniciativa?
R.- Muy bien. La gente está subiendo y el 50 por ciento de la venta que estoy teniendo ahora es por el gancho que he puesto en la calle. La gente va donde se puede ahorrar algo y estoy seguro de que poner ofertas, cada uno en su sector, es la mejor forma de atraer clientes a esta zona.

P.- ¿Cómo está en general el sector del calzado en España?
R.- Hace veinte años, todo el zapato era nacional y las fábricas españolas. Después, las marcas empezaron a fabricar el calzado en China y actualmente, el 80 por ciento de los zapatos que vendemos es chino. Eso significa que las fábricas que había antes han desaparecido y las que quedan, se dedican a un producto con un precio medio-alto al que sólo puede acceder un porcentaje restringido de la población. Este es el gran problema de fondo, que buena parte de lo que pagamos por estos artículos no se queda en España, sino que se va a China. Si aquí se empezara a fabricar otra vez, acabaríamos rápidamente con el paro. Yo creo que la Unión Europa tiene que apostar por la localización, y promover que los productos sean locales, y que si falta algo, se compre de fuera.

P.- ¿Y hay demanda de consumo?
R.- El año pasado se importaron de China 350 millones de zapatos. Hay demasiada oferta y muy poca demanda, lo que da lugar a que muchas tiendas no sean rentables. Lo que está funcionando ahora mismo es el zapato de diario.

P.- ¿Qué estáis teniendo que hacer los comerciantes para manteneros?
R.- Ahora hay que trabajar más para ganar lo mismo que antes, pero no queda otra. Yo no entiendo a los sindicatos cuando dicen que no quieren que se bajen los sueldos. O nos remangamos todos y nos ponemos a trabajar como chinos o en España no tenemos nada que hacer. Esto es como una carrera, y aquí tenemos el problema de que vamos cargando con la mochila que suponen los sueldos altos y el menor número de horas de trabajo. Por eso vamos más lentos y el pastel se lo comen otros.