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Panorámica de Vélez-Málaga

La ciudad decimonónica

En el siglo XIX se sigue la tradición y prosperidad que emanaba de la economía agraria comercial y eso da lugar a una riqueza local destacada que es bruscamente frenada por la crisis de la filoxera. A este factor hay que sumar que la centuria es conocida por algunos autores como la de las desgracias, pues está llena de catástrofes de todo tipo: epidemias, temporales, terremotos, guerras, hambruna y plagas.

Grabado de Nicolas Chapuy con una vista general de Vélez-Málaga en 1844.

Estas circunstancias fueron azotando a la población y ralentizando o retrasando la evolución positiva de la demografía veleña, que cada cierto tiempo debía reponerse. En lo referente al casco urbano, no se va a producir una ampliación espacial de este, salvo en espacios y sectores muy delimitados, con lo cual la ciudad permanecerá con los límites que alcanzó en el siglo XVIII.

Lo que sí hay es una ocupación de ese terreno interior como consecuencia de las desamortizaciones de los bienes eclesiásticos y un aprovechamiento de la construcción en altura gracias al uso de nuevos materiales y técnicas.

Las clases burguesas y antiguas familias pudientes van a edificar mansiones de grandes dimensiones de gusto burgués, con fachadas amplias y decoradas siguiendo estilos que proliferan en este tiempo. Estas viviendas emplean nuevos materiales y técnicas constructivas como el hierro en balcones, miradores, columnas, cancelas o barandas pues no podemos olvidar la cercanía de las siderurgias malagueñas.

Las grandes vías burguesas, a modo de bulevares y amplias avenidas, jalonadas de mansiones de alineadas fachadas, alumbrado y demás elementos urbanísticos decimonónicos, serán la calle de las Tiendas, las Monjas, Comedias (Luis de Rute), Paseo Nuevo y ya para finales de siglo y principios del siguiente, la vía que llegará a ser la nueva arteria principal de la localidad, las calles Cristo, Carmelitas y Canalejas.

Los barrios industriales tan característicos en ciudades como Málaga, no se observan en Vélez-Málaga ante su pobre industrialización, a no ser por la creación de molinos aceiteros o fábricas de aguardientes localizadas a las afueras y que sólo afectará a pequeños sectores, como la espalda del convento de las Carmelitas o el conjunto arquitectónico del sindicato.

En cuanto a las barriadas obreras o populares se termina de confirmar la Villa, el arroyo de San Sebastián y la Gloria como zonas populosas, densamente pobladas, de construcciones deficientes, materiales precarios, pequeñas, mal ordenadas y sin saneamientos. En estos barrios se perpetúa el viario de tradición musulmana y se reutilizan las edificaciones antiguas adaptándolas y modificándolas.

El terremoto de 1884 afectará sensiblemente estas construcciones, siendo muy afectada la zona de la Molineta por la mala calidad constructiva. Tras el seísmo se levantará un pequeño barrio con cierta ordenación, en el entorno de la Cruz Verde, camino del cementerio municipal, con aportaciones de ayuda de Cataluña, por lo que se conocerá como Barrio de Barcelona.

Se consolidan igualmente como espacio para las clases bajas, sobre todo jornaleros, cabreros y pequeños campesinos, el entorno de San Juan de Dios, los barrios del Pilar, el Cerrillo, los Pozos Dulces o en el otro extremo el barrio del Pajarillo, sobre las plazas de la Esperanza y San Roque.

Iremos asistiendo cada vez con mayor intensidad a la dedicación de antiguos edificios señoriales al alojamiento de numerosas familias de escaso o medianos recursos, convirtiéndose en casa de vecinos. Esto es frecuente en calles que fueron antaño principales como la Coronada y la zona de San Francisco.

El eje viario norte-sur que caracterizó la ciudad del Antiguo Régimen, centrado en la plaza de la Constitución, ahora pierde su papel, sustituido por las arterias ya mencionadas y por dos espacios que alcanzan gran papel en este momento, en parte fruto a las medidas desamortizadoras de Mendizábal sobre los conventos religiosos. Nos referimos a las plazas del Carmen y de San Francisco con todo su espacio circundante.

El antiguo convento franciscano y todo su entorno se convierte en un centro económico, social y político, reuniendo en su alrededor instituciones como los juzgados, el ayuntamiento, escuelas, comercios, mercados, policía o teatro, que van a desbancar a la antigua plaza mayor (plaza de la Constitución) como polo neurálgico de Vélez-Málaga.

Fuente: Plan Especial de Protección y Reforma Interior del Centro Histórico de Vélez-Málaga (PEPRI).